Para muchos, la esclavitud es la mejor manera de vivir en libertad. En ese caso, la esclavitud está en la rutina establecida y en la mentira mental creada en relación a la realidad.

El ser humano busca desesperadamente ser libre. Desea una profesión que le lleve:

· A la libertad financiera;

· A una familia para amar libremente;

· A una casa que le proporcione libertad en el presupuesto;

· A un coche para aumentar el tiempo libre;

· A tener acceso al mundo digital para ampliar la libertad de elección;

· A compromisos fijos que exijan presencia diaria, etc.

La libertad está en la esclavitud de los acomodos y ajustes hechos, a fin de que la vida quepa exactamente dentro de la caja previsible. De esa forma, la sensación latente por libertad es combatida por la certidumbre de la utilidad. Ser útil es una disculpa mental en que el miedo evita buscar la libertad.

Cuando nos sentimos útiles e insustituibles, nace el alivio y el bienestar de saber que no hay vida fuera de aquella rutina, nos convencemos de que lo mejor de la vida está en lo previsible.

Nos acomodamos y fingimos que el miedo no existe, pero olvidamos que el miedo está justamente en el acto de la creación de determinada rutina infeliz.

Está también en el concepto de libertad que hemos citado arriba. El miedo está en todo lo que nos impide experimentar realidades desconocidas.

Como dice el filósofo y escritor ruso Dostoyevsky: “Hay en el hombre un deseo inmenso por la libertad, pero un miedo todavía más grande a vivirla. El vacío es el espacio de la libertad, la ausencia de certidumbres. Pero eso es lo que tememos: no tener certidumbres”.

Por eso cambiamos la curiosidad por lo convencional, por jaulas que llamamos rutina. Las jaulas son el lugar donde viven las certidumbres y es en la certidumbre donde el miedo no incomoda.

Así, podemos vivir en la ilusión de que somos libres y, de esa forma, evitamos la terrible sensación del miedo a lo desconocido. Lo conocido nos es familiar y exige únicamente que sigamos adelante.

Todo el mundo siente deseo por la aventura. En nuestro íntimo, envidiamos a aquellos que se lanzan a novedades, que conocen el mundo y todo lo que podemos sentir a través de él. Uno de nuestros miedos más grandes es al propio juzgamiento. Cuando dejamos el miedo al juzgamiento de lado, descubrimos el sentido de la libertad.

El espíritu de libertad pasa por el antagonismo de usar el miedo como termómetro para provocar la osadía hacia las elecciones y los comportamientos que amplíen el espíritu libre que habita en todos nosotros . ¡Que así sea!

Traducción de Teresa
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